miércoles, 20 de abril de 2011

Kayay ... la llamada



Cuentan que había una señora de unos 50 años mas o menos, nunca creyó en los espíritus, bueno casi nunca. A todos en su comunidad les parecía muy raro que aquella señora no creyera en los espíritus, pues casi todos ellos creían. Todos contaban sus anécdotas de sobre cuando los espíritus se les aprecian, y ella siempre se alejaba del grupo cuando empezaban a contar aquellas historias, en primer lugar porque no creía en las historias y en segundo porque no tenía ninguna historia que contar, aunque oyó algunas de esas historias. La señora se llamaba Carmen.

Dicen que Carmen de un día al otro cambio de parecer, que empezó a creer en los espíritus a ofrendarles cosas, a compartir con ellos la comida, como usualmente acostumbraba la gente de la comunidad, todos quedaron muy sorprendidos porque hace mucho tiempo ella no iba al cementerio.

Cuentan sus nietos que al parecer ella no creía en los espíritus porque hace algunos años le había pasado una cosa muy rara en el día de los difuntos, dicen que cuando ella era niña solía irse al cementerio todos los años, pero que un año mientras caminaba al cementerio se le había aparecido una señora, un poco mayor, de una voz media aguda y le había seguido casi todo el camino, y le había preguntado porque siempre iba al cementerio, Carmen le había respondido que era una tradición y que le gustaba recordar a las personas que ya no estaban con ella. La señora le respondió llorando que ellos jamás podrían regresar y de repente se fue, pero lo que Carmen no sabia era que aquella señora que le había dicho eso era un espíritu.
Carmen se puso a pensar mucho en eso y empezó a llorar por un largo tiempo. Desde ese día dejo de ir al cementerio y no creyó en los espíritus de nuevo porque decía que las personas después de la muerte jamás vuelven.
Después de mucho tiempo Carmen se encontró con una niña, que le pregunto porque no iba al cementerio, ella le respondió que las personas después de muertas nunca más regresan, la niña le sonrió y le dijo que si, que siempre regresan y que los espíritus siempre nos están mirando, y que si no le creía que se acuerde de aquella señora que se le había presentado hace algunos años diciendo que los espíritus nunca regresan, y que la observara muy bien porque aquella señora era ella misma, y que lo único que quería era que alguien le ofrendar cosas y la acompañara.
Carmen se quedo totalmente atónita al presenciar aquello, no podía creerlo, pero desde aquel día regreso al cementerio.